2016 ya forma parte de la historia. Pero, desde el punto de vista de la innovación ha sido un año de cambio de discurso. Creo que ha significado un punto de inflexión en la visión que tenemos de la innovación, básicamente porque ha sido un año de dolorosa constatación de que el actual modelo económico está agotado No sólo el modelo económico, sino el propio modo de pensar la economía debe ser revisado, dándole una clara dirección moral. Trump y el Bréxit son las pruebas del fallo sistémico que estamos sufriendo. La gente que votó estas opciones no son extremistas peligrosos, sino ciudadanos terriblemente desencantados con el presente y angustiados por el futuro. Un futuro que no parece sostenerse con el sistema actual si no introducimos decididos factores correctores. El brutal impacto del cambio tecnológico, como un rompehielos, está resquebrajando los fundamentos de la mayor parte de los sectores económicos. Tres cosas han emergido con fuerza este año de clara transición:
Desintegración de la cadena de valor del automóvil. Hace un año debatíamos la posibilidad de introducción del vehículo eléctrico. Uber nos ha demostrado en 2016 que el cambio en el automóvil no será sólo de base tecnológica, sino también de modelo de negocio. Y los avances en inteligencia artificial anticipan un futuro no muy lejano de vehículos eléctricos, autoconducidos y compartidos. Silicon Valley ha puesto sus máquinas a trabajar a todo trapo, y un enjambre de nuevas startups está empezando a colonizar todos los nichos de la cadena de valor del nuevo modelo de automóvil, como indica la revista CBInsights. El automóvil, uno de los activos individuales más caros e infrautilizados, se convertirá en un servicio. Trillones de metros cuadrados de párking serán innecesarios, según McKinsey. Los vehículos serán nodos móviles de internet, grandes smartphones con ruedas. ¿Inseguros? No habrá robovehículos cansados, bebidos o distraídos al volante. Por cierto, miren en el vídeo adjunto cómo los sistemas de seguridad de un Tesla son capaces de anticipar un accidente antes de que ocurra.
Inteligencia artificial. La prensa internacional nos trae cada día noticias sorprendentes sobre la agresiva velocidad de progresión de la inteligencia artificial. En 2016, sistemas de Microsoft consiguieron recrear un cuadro de Rembrandt, aprendiendo del estilo del famoso pintor holandés. La inteligencia artificial puede pintar Rembrandts o componer música al estilo de Bach. La inteligencia artificial de Google ya ha batido al campeón del mundo de Go, complejo juego oriental de estrategia. IBM ha comprado una de las firmas de consultoría más importantes de Wall Streetpara alimentar con sus datos su sistema Watson y convertirlo instantáneamente en un hiperexperto financiero. Y Bridgewaters Associates, el mayor hedge fund del mundo tiene un proyecto para substituir su personal por algoritmos inteligentes. ¿Qué pasará si este hedge fund bate al resto de fondos gestionados por humanos? 2016 nos deja la constatación que los algoritmos inteligentes pueden substituir a directivos, financieros, médicos, abogados o transportistas… A la vez que millones de robots invaden las cadenas de manufactura y substituyen a sus operarios. ¿Cuál es, pues, el futuro del trabajo? ¿Están perdiendo las personas su sentido económico?
Renta Básica Universal: Quizá es la respuesta a lo anterior. Seguramente sea la revolución social más grande de la historia. Ofrecer a todo ciudadano una renta que garantice sus mínimos, independientemente de sus ingresos. Está de acuerdo la izquierda política, que ve en ello un mecanismo de reducción de la desigualdad y eliminación de la pobreza. Y la derecha, que percibe en esta renta un instrumento de responsabilidad y autogestión que elimina y substituye muchos (y costosos) instrumentos preexistentes: pensiones, seguros de paro y redes asistenciales. En un mundo que ha visto empobrecerse peligrosamente a las clases medias de las economías avanzadas, y avanzar el populismo desenfrenado, ningún debate debe ser tabú o afrontado con apriorismos. ¿Qué efecto tendría en la economía una renta básica universal y, a la vez, un abaratamiento substancial del coste del despido? Y, ¿cómo financiarla? ¿Economía intensiva en conocimiento y fiscalidad sobre la tecnología?
En todo caso, nos espera un 2017 de nuevas e inesperadas disrupciones tecnológicas, que requerirán apasionantes debates. ¡Feliz año nuevo!
Respecto al vídeo del TESLA, me alegra ver que por fin alguien prescinde acertadamente de la palabra 'predecir' cuando traduce al castellano.
El coche, simplemente, detecta una reducción de velocidad o parada repentina del vehículo que le preceden.
Si vemos atentamente el vídeo, el TESLA frena cuando sus sistemas de detección tienen visibilidad directa sobre la reducción de velocidad que se produce delante, el coche sigue a 113 km/h mientras delante suyo ya hay coches parados o frenando, por lo que dejaremos las predicciones para otro estado de la tecnología venidero.
Salutacions,
F