Pero el progreso no solo se materializa en las capacidades motrices, que cada vez se aproximan más a las humanas. AVA, un avatar digital desarrollado por la empresa Autodesk, junto con Soul Machines (start-up especializada en inteligencia artificial para simulación de emociones humanas), está equipado con un sistema nervioso virtual capaz de convertirse en una fuente de empatía ante posibles interlocutores humanos. AVA es una creación digital hiperdetallada, en gráficos 3D, a imagen de un humano real. Soul Machines está comercializando líneas de avatares digitales para uso en procesos de atención al cliente. Air New Zealand está empezando a utilizarlos. Los avatares están creados mediante modelación por computador de la estructura ósea, la piel, y las expresiones que configuran naturalidad y aspecto humano real a la cara. Mientras Autodesk provee el diseño gráfico hiper-realista, Soul Machines dota a los avatares con inteligencia artificial para interpretar las expresiones de los clientes, adaptar sus propias expresiones faciales, y modular la voz para mantener una conversación real. El modelo de negocio en costumer service está claro: en lugar de contratar una persona, una empresa podrá alquilar horas de su avatar digital como un servicio web.
En medio de todas estas corrientes futuristas que hoy nos están invadiendo, yo no creo en la famosa “singularidad” (momento mítico, punto de inflexión en el cual una máquina podría tener una inteligencia superior al hombre). Para algunos futuristas, ese momento sería como un “agujero negro”, más allá del cuál es imposible adivinar qué puede pasar. No hay visibilidad tras la singularidad. Lo que sí creo es que pronto superaremos el “test de Turing” (según el cual un humano interactuará con una máquina sin darse cuenta de que es una máquina -pensando que es otro humano-). Ese momento está a punto de llegar. Los próximos años veremos un progreso sin precedentes en la adición de atributos humanos a las máquinas. Pensemos en cómo era un avión en 1901, cuando los hermanos Wright consiguieron que su primer prototipo volara. Pensemos en cómo es un moderno Eurofighter. Si el progreso en el desarrollo de humanos digitales es similar, y Atlas o Ava son comparables al primer aeroplano de los hermanos Wright, al ritmo actual de cambio tecnológico, muy muy pronto interactuaremos con máquinas pensando que son humanos reales. Al final… ¿llegaremos a enamorarnos de nuestro avatar digital?