El test de Turing es una prueba ideada por el matemático homónimo, según la cual una máquina podía mostrar capacidades de interacción humanas, hasta el punto de que un humano no sería capaz de distinguir si su interlocutor era una máquina u otro humano. La idea del test fue introducida por Alan Turing, uno de los padres de la ciencia de computación moderna, en 1950 (en su famoso artículo Computing Machinery and Intelligence). El experimento, en aquel tiempo, se limitaba a interacciones mediante teclado. Se considera que un dispositivo electrónico supera el test de Turing cuando es confundido por un humano más del 30% del tiempo de prueba, en series de cinco minutos de conversación. Esta es una de las medidas clásicas de inteligencia de máquina, usadas para categorizar la potencia de la inteligencia artificial.
Parece que el punto de inflexión para la superación del test de Turing se produjo en 2014. Una computadora, que simulaba ser un niño ucraniano de 13 años convenció al 33% de los jueces en la Royal Society of London de que realmente era un humano. El hecho fue considerado un hito histórico en la evolución de la inteligencia artificial.
En la conferencia I/O de Google, esta semana, Sunder Pichai, CEO de Google, mostró los últimos avances en interacción persona-máquina. Un asistente digital (un “bot”, o robot conversacional), Google Duplex, demostró la capacidad de mantener conversaciones con atributos (expresiones, gramática, modulación de la voz, simulación de emociones y de incertidumbre) indistinguibles de los humanos. El algoritmo sintetizó y mimetizó de forma precisa la voz humana, en una conversación interactiva y dinámica. Se comportó exactamente como un humano, llamando a una peluquería para reservar hora. Respondió preguntas, negoció agenda y agradeció la ayuda de la recepcionista. Su conversación estaba plagada de expresiones dubitativas humanas (“um”, “ehhh…”), las llamadas “speech disfluencies”, así como de simulaciones de interferencia o asincronía (“¿me puede oír”, “espere un segundo”…). El sistema sostuvo una conversación absolutamente natural, sin que el interlocutor humano pudiera apreciar que estaba hablando con una máquina. En un segundo ejemplo, la máquina intenta reservar una mesa en un restaurante, donde su interlocutor tampoco aprecia que habla con un bot. Incluso llega a decirle “¿qué pasa, señor?”, y llamarlo “Sir”.
No os perdáis el vídeo: Sundar Pichai pide a Google que le reserve cita para un corte de pelo, “el martes, entre 10:00 y 12:00”. Ved qué ocurre e intuid el tsunami de aplicaciones de inteligencia artificial en marketing que van a llegar en los próximos años. ¿Adiós call centers? ¿Veremos bots digitales inundando los canales de ventas, incansables, trabajando 24 horas al día, 7 días a la semana? ¿Recibiremos continuas llamadas de robots? Y, sobre todo, ¿será preceptivo que, cuando nos llamen, nos alerten de que hablamos con un robot?
Magnífico post, Xavi. Enhorabuena!
La robotica es un terreno con profunda importancia tecnologica y educativa. He aprendido a utilizar mi impresora Lion 2 para fines de la practica y va excelente. Lei en http://www.leon-3d.es sobre la autonivelación y no lo pense mas para adquirirla.