
Se han publicado las nuevas estadísticas de I+D en España. Según el Instituto Nacional de Estadística, la economía española invirtió 14.052 M€ en I+D en 2017, el 1,2% del PIB.
Pese a significar un incremento bruto del 6% respecto al año anterior, la intensidad tecnológica de la economía (I+D/PIB) se incrementa sólo en una centésima (del 1,19 al 1,2%). Los países tecnológicamente más sofisticados del mundo se sitúan en el 4,3% (Corea del Sur), el 4,2% (Israel), o el 3,4% (Japón). Alemania invierte el 2,9%, el EEUU el 2,7%, y Francia el 2,3. La media de la UE es del 2%, y las instituciones europeas instan a los países miembros a llegar al 3% en 2020, mediante la Estrategia 2020 de la Comisión Europea.
España está muy lejos de cumplir esos objetivos. Hoy, la economía española realiza un esfuerzo en I+D idéntico al de 2006. Avanzamos a una centésima por año. A este ritmo, cumpliremos los objetivos europeos de invertir el 3% del PIB en I+D dentro de 180 años. La brecha tecnológica para alcanzar los objetivos europeos es de 21.078 M€. Esa es la inversión adicional que debería realizar la economía española para situarse en el 3% de I+D/PIB. Mientras, Alemania sale de la crisis con un esfuerzo en I+D un 20% superior al de hace 10 años, y China invierte hoy un 50% más en I+D que hace una década. Hoy, China supera a la UE en inversión en I+D/ PIB y es ya la segunda economía del mundo en inversión bruta en investigación y desarrollo, tras EEUU, destacando en campos tecnológicos líderes como la inteligencia artificial.
En España, las políticas de innovación no han gozado de prioridad, ni de presupuestos estables. Las partidas destinadas a innovación en 2017 en los Presupuestos Generales del Estado (4.635 M€) eran sólo del 55% de las partidas consignadas en 2009. Y, de ellas, se ejecutaba sólo un 29,7% (un 16,3% de lo presupuestado en 2009). Poco esfuerzo, que además no se concreta, posiblemente por excesiva complejidad burocrática e ineficiencia financiera. No cesaré de insistir en que la situación es de extrema urgencia: las pensiones y prestaciones sociales de mañana no las pagarán nuestras cotizaciones. Esas pagan las de hoy. Las pensiones de mañana serán pagadas por los réditos de la I+D que hagamos hoy.
Oigo voces que afirman que “el problema está en la inversión privada”. La inversión pública en I+D en España es muy baja (y como hemos visto, ha caído a un gravísimo 16,3% de lo presupuestado hace una década). Sin embargo, comparativamente, es elevada respecto a la privada. Las empresas ejecutaron sólo un 47’7% de la I+D española. En países líderes, como Japón, esta proporción es del 70%. Por tanto, es cierto que quien debe crecer más, sin duda, es el segmento de empresas intensivas en I+D. Pero para ello, se precisan políticas de estímulo (como en todos los países avanzados). El mix incorrecto de la I+D española no se debe a un sobreesfuerzo público, y a una ineficiencia empresarial congénita. Se debe a que el esfuerzo público, insuficiente e inestable, se orienta casi exclusivamente a la financiación de proyectos alejados del mercado, sin interés empresarial, que no arrastran inversiones privadas adicionales.
Para cubrir la brecha tecnológica y alcanzar la inversión en I+D requerida por la Comisión Europea, sería preciso:
- Establecer un Plan Nacional de I+D y Competitividad, con la finalidad de Incrementar en 7.000 M€ las partidas públicas destinadas a I+D (multiplicar por 2,5 el presupuesto actual).
- Coordinar las políticas de investigación e industria, priorizando la financiación a las líneas de investigación que contribuyan a la mejora de la competitividad empresarial y a la generación de empleo de calidad; y los proyectos empresariales que se sostengan en la generación de nuevas capacidades científicas en entornos industriales.
- Desplegar una política de investigación industrial, destinada a construir una nueva industria del conocimiento (basada en el modelo Industria 4.0), disponiendo fondos de ayudas con efecto multiplicador para financiar proyectos de muy alto riesgo tecnológico empresarial (con el objetivo de movilizar dos euros privados por cada euro público destinado)
- Reforzar los centros tecnológicos, dotándolos de estabilidad financiera, masa crítica y capacidad investigadorapara establecer líneas de investigación consorciada y de largo plazo con PYMEs. Especializar dichos centros en tecnologías habilitadoras (aquellas que sustentan la competitividad industrial: nuevos materiales, microelectrónica, fotónica, manufácturing avanzado, digitalización y aereospacio, entre otras)
- Potenciar mediante elementos de financiación específica aquellos grupos de investigación universitarios que muestren excelencia en sus procesos de transferencia tecnológica al entorno socioeconómico.
- Establecer circuitos financieros ágiles y de alto riesgo para cubrir las fases early stage de proyectos emprendedores (startups) de base científica y tecnológica.
- Desplegar planes de adopción acelerada de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, y de transformación digital de las empresas
- Potenciar las políticas de clústers territoriales, acelerando sus procesos de cambio estratégico y de cambio tecnológico, mediante soporte específico a sus planes de actuación, de formación, y de inversión en I+D.
NOTA: En Catalunya no estamos mejor. La economía catalana se comporta igual, en I+D, que la española. Avanza a una centésima por año (del 1,46% de I+D/PIB en 2016 al 1,47% en 2017). A 153 años de Alemania. Seguimos deslumbrados por algunas grandes singularidades, excelentes, pero cuyo efecto en la economía es prácticamente nulo. Hay que escalar el esfuerzo, y compensar las políticas de oferta (creación de conocimiento), que tan bien se han hecho en los últimos 20 años, con políticas de demanda (absorción del conocimiento y del talento en la economía local). Si no, ese conocimiento y ese talento generados en Catalunya, con fondos públicos del contribuyente local, son aprovechados por competidores internacionales para incrementar su competitividad. Exportamos talento y conocimiento, y sufrimos un sangrante coste de oportunidad local. La diagnosis, y las recetas, son las mismas para Catalunya.
Excelente post, Xavier. Los 8 puntos expuestos en este post son condiciones necesarias para salir del hoyo en el que estamos, pero no son suficientes. A finales del 3er trimestre de 2018 España tiene una tasa de paro del 14,55%, cuando en la UE-28 es del 6,7%. Como tu apuntabas hace poco, la competitividad de la economía española figura en el puesto 34 mundial, en la cola de los países europeos.
No es por casualidad que los países líderes en innovación tengan una tasa de paro muy inferior a la española. Creo que sólo superaremos esta situación mediante planes a largo plazo, que incluyan al sector público y al sector privado (incluyendo el sector financiero) para reorientar la economía española hacia la economía del conocimiento. Otros países lo han hecho. ¿Por qué no España?
Curioso que nadie plantee resolver el problema de las pensiones creando más empleo cualificado, ligado a proyectos de innovación a largo plazo.
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