Esta semana se ha presentado el Informe COTEC 2018 sobre el estado de la innovación en España. La Fundación COTEC es la institución de referencia de análisis, promoción y comunicación del estado de la innovación como motor del desarrollo económico. COTEC ha definido la innovación de forma magistral, como “todo cambio (no sólo tecnológico) basado en conocimiento (no sólo científico) que genera valor (no sólo económico)”
Un año más, los indicadores son descorazonadores. La inversión en I+D en la economía española se mantiene, por sexto año consecutivo, por debajo del crecimiento del PIB. Esto es un indicador de la senda escogida: un camino que podría no ser sostenible, y que creará a medio plazo importantes tensiones en la estructura económica. Una baja inversión en I+D es indicadora de un crecimiento no acompañado de creación de valor ni de salarios dignos. Pese a todo, se da un ligero incremento en la inversión bruta en I+D respecto al pasado año. Básicamente, debido al esfuerzo empresarial. La inversión pública sigue en retroceso: mientras el gasto privado en I+D creció un 3%, el público disminuyó un 2%. Según COTEC “es preciso recordar que la falta de inversión privada en investigación y desarrollo es también -y sobre todo- un reto para las políticas públicas, puesto que son las administraciones las responsables de crear las condiciones de contorno adecuadas para el desarrollo de un tejido empresarial que apuesta definitivamente por la I+D”. La intensidad inversora en I+D/PIB se redujo en 2016 (últimas cifras disponibles) al 1,19%, a distancia del máximo de 1,4% logrado en 2010, y a años luz de países líderes en Europa, como Alemania (2’87%), Japón (3’6%), o Corea del Sur (4,3%). Como nota positiva, la inversión bruta en I+D ascendió ligeramente, hasta 13.260 millones de euros (un 0,67% más que en 2015). Para profanos, y para tener una idea de lo que eso significa, baste decir que esa cantidad es aproximadamente lo mismo que la inversión en I+D de Amazon. La economía de todo un país invierte en I+D tanto como una sola empresa, Amazon. Al menos este año ha habido incrementos del personal empleado en actividades de I+D (un 2’5%), y del número de investigadores (un 3’4%). Sin embargo, España sigue sin recuperar los niveles de inversión en I+D de 2009 (está un 9,1% por debajo). Por el contrario, la UE los ha superado de forma clara (está un 27% por encima). La práctica totalidad de los países europeos (25 de 28) han recuperado y superado esos niveles. España es una excepción en Europa junto a Finlandia y Portugal. Si se compara el gasto en I+D pública y en I+D privada de 2016 con sus equivalentes de 2008, puede verse cómo España queda totalmente descolgada de los países de su entorno.
En lo referente a las empresas, España es el único país de los cinco grandes de la UE en el que su gasto en I+D en 2016 es inferior al de 2008 (el 11,1%), pese a que el PIB es un 0,2% mayor. En el conjunto de la UE-28, el gasto empresarial en I+D es un 29,9% mayor, frente a un crecimiento del PIB del 14,0%. Esta peculiaridad va a ser sin duda un lastre para la competitividad empresarial. En cuanto al número de empresas que declaran realizar actividades de I+D, en 2016 fueron 10.325 empresas, casi 300 más que en 2015, lo que supone el primer crecimiento reseñable desde 2008, aunque todavía siguen muy lejos de las 15.049 empresas de aquel año. La crisis, y el bajo esfuerzo público en políticas contracíclicas que contribuyeran a mantener la base investigadora de las empresas, se han llevado por delante el 30% de empresas que hacían I+D hace una década. En 2016, el gasto en I+D de las empresas españolas equivalía al 0,64% del PIB, menos de la mitad del promedio de la UE-28 (1,32%) y a considerable distancia del de países como Alemania, con el 2,0% o Francia con el 1,44% (en 2015). Sin embargo, en España parece que son las PYMES las que innovan, a diferencia de otros países: El segmento de empresas con menos de 250 empleados ejecutaba en 2013-2014 el 46,3 % de la I+D empresarial española, casi el doble que las de países como Italia, Francia o el Reino Unido, y a enorme distancia del 9,7% de las PYMEs alemanas. La gran empresa, con algunas excepciones, está ausente del sistema innovador. El corte sectorial del IBEX, poco intensivo en tecnología, es parte de la explicación.
Los resultados del subsistema científico son también manifiestamente mejorables: en 2017 se ha reducido ligeramente el número de publicaciones internacionales SCOPUS respecto al año anterior. España conserva la posición undécima en el mundo cuanto a producción, tras ser superada por Australia en 2013. Aunque ha perdido dos posiciones desde 2006, ha sostenido su presencia relativa durante el periodo. En cuanto a patentes, España siguió ocupando en 2016 el puesto 27º en la lista, aunque registra un leve aumento de su cuota en relación con el año 2012. Comparado con otros indicadores socioeconómicos, incluso por su capacidad científica, parece ocupar un lugar bastante inferior al que debería aspirar por el tamaño de su economía. Medido en términos relativos, la producción de patentes española es alarmantemente baja: 32 por millón de habitantes, frente a las 891 de Suiza, las 404 de Holanda, o las 359 de Suecia.
En conclusión, más de lo mismo. El cuadro clínico de la innovación española es grave: pese a que se estabiliza, sigue en la UVI. Un año más de malas noticias, pese a que su impacto es menos notable porque ya estamos acostumbrados a ellas, y porque se denota un ligerísimo incremento en algunos indicadores del sistema. No obstante, el mundo avanza a una velocidad que pronto será imposible seguir si no arrancamos ya los motores. En la presentación del informe, COTEC manifestó que el nuevo Ministro de Economía parecía demostrar una sensibilidad diferente respecto a los anteriores. Esperemos que no sea sólo una impresión, ni que lo misma quede sólo en palabras, y se traduzca en presupuestos y en políticas eficientes. Mientras, cabe felicitar a COTEC por su excelente trabajo.