MAPA DEL EMPLEO EN EUROPA, 2017 |
Existe hoy una apasionante discusión sobre el futuro del trabajo: ¿vamos a un jobless future debido a la irrupción de nuevas tecnologías; o bien el sistema económico -como ha hecho siempre- se adaptará al cambio tecnológico, y generará nuevos -e inimaginables ahora- nichos de empleo? El debate se origina con una pregunta clave: ¿la innovación crea o destruye empleos? Es difícil contestar la pregunta en el largo plazo, justo porque se van a producir cosas que, por su nivel de disrupción, ahora no podemos ni imaginarnos, como no podíamos imaginar qué iba a ser Google en 1990. Sin embargo, podemos empezar a tener respuestas si analizamos las evidencias económicas que se están dando en el corto plazo. ¿La innovación, crea o destruye empleos? La primera respuesta es depende. Depende del lugar. Lo que estamos viendo es que los ecosistemas innovadores tienen tasas de desempleo sensiblemente menores que las zonas no innovadoras. Y es que, en mi opinión, se está dando una dinámica de flujos, que redistribuye el talento, la tecnología y el trabajo; y los reconcentra en las zonas de innovación, en un efecto de realimentación positiva.
INNOVACIÓN EN EUROPA, 2017 |
Veamos: existen focos territoriales, con marcos institucionales adecuados y gobiernos dispuestos a co-invertir en innovación. En esos focos territoriales (ecosistemas innovadores), se da una dinámica de atracción de talento: el mejor talento científico, tecnológico o emprendedor de las zonas no innovadoras emigra hacia las zonas innovadoras, donde encuentra más oportunidades y mejores salarios. En esas zonas innovadoras se desarrollan las tecnologías del futuro, que son exportadas a las zonas no innovadoras (donde se despliegan en forma de automatización de cadenas productivas, y generan más desempleo). Las zonas innovadoras se enfocan a actividades de I+D y diseño, pero en un entorno de industria digitalizada y cada vez más independiente de la localización y la escala, también las actividades de manufacturing más sofisticadas se ven atraídas a las zonas innovadoras, pues la proximidad a los centros de conocimiento acelera sus ciclos de desarrollo de producto y las permite competir globalmente en innovación. En las zonas innovadoras se reconcentra el manufacturing avanzado, dejando el menos sofisticado y dependiente de costes laborales en las zonas no innovadoras, que se precarizan. En las zonas innovadoras se generan mayores márgenes empresariales, fiscalidades más sanas, y estados del bienestar más sólidos. Hacia los ecosistemas innovadores fluyen los flujos de talento, tecnología, trabajo, y capital inversor; mientras se drenan los mismos de las zonas no innovadoras. Basta, para contrastar esta hipótesis, comparar los mapas regionales de innovación, y de desempleo en Europa. La correlación es muy elevada: a mayor índice innovador, menor desempleo.
Guillermo Dorronsoro nos presentó en el reciente congreso IND+I (Industria + Innovación) de Viladecans algunos gráficos agregados (que adjunto) con datos numéricos precisos. Nuevamente, se contrasta la correlación entre innovación y empleo en Europa. Parece increíble que poca gente lo vea. Así que, gobiernos: inviertan urgentemente en políticas inteligentes de innovación si desean crear empleo y sostener estados del bienestar. Incluso en la hipótesis de que, en el largo plazo, la innovación destruya empleos en el conjunto de la economía global, sólo las zonas innovadoras podrán permitirse mantener fórmulas de sustento público de sistemas educativos, sanitarios o sociales de calidad.