
Preparando mis próximas clases he encontrado este documento sobre clústers de conocimiento en Japón (ver aquí). Hoy, las políticas de desarrollo y tecnología japonesas están, hasta cierto punto, olvidadas bajo el peso de un país que ha envejecido y que se ha visto superado por otros tigres asiáticos. Pero Japón inauguró la senda de crecimiento oriental que han seguido otros después (Taiwan, Singapur, Corea del Sur, y, más recientemente, China). Detrás vienen Indonesia, Vietnam, Tailandia o Malasia. Japón, un país devastado tras la II Guerra Mundial, experimentó tasas de crecimiento similares a las actuales de China entre 1950 y 1990. La economía fue propulsada por fuertes flujos de inversión en capital, financiados por ahorros privados e incentivados por políticas de baja fiscalidad y apoyo público a las inversiones productivas. El rol del poderoso MITI (Ministry of International Trade and Industry) en el crecimiento económico de Japón ha sido controvertido. Algunos expertos aseguran que la preparada tecnocracia reinante en los ministerios de la postguerra japonesa estabilizó las políticas (entre ellas, la industrial) en el largo plazo, orientando flujos de inversión pública y privada hacia actividades productivas que redundaron en competitividad internacional. La clase política, con intereses cortoplacistas, no tenía poder real para cambiar los programas económicos estratégicos de las administraciones. Otros economistas, de corte neoliberal, afirman que el rol real del MITI fue residual y, en ocasiones, equivocado (uno de los errores más recordados por sus detractores fue la negativa a conceder un préstamo de 25.000 $ a una embrionaria Sony para conseguir la licencia de tecnología de transistores). Sea como fuere, durante los años del todopoderoso MITI éste coordinó actuaciones de política industrial con el Banco del Japón, actuó como regulador e impulsó industrias domésticas hacia la competición global. Su poder llegaba a la capacidad de imponer tipos de cambio artificial para el yen (para favorecer las exportaciones niponas), y a impedir la entrada de competidores en los mercados nacionales, extremos que dejaron de tener sentido en la era de la globalización. Su importancia era tal que incluso los primeros ministros japoneses electos debían hacer un tipo de “tenure” (algo así como unas prácticas) en MITI antes de acceder al cargo.
Pese a los problemas posteriores de estagnación endémica de la economía japonesa, la emergencia de superpotencias substitutivas (especialmente, China), y la pérdida de competitividad de algunos de sus sectores emblemáticos (como el de electrónica de consumo, superado por gigantes emergentes como Apple o Samsung, que supieron definir o, al menos, sumarse hábilmente al nuevo tren de la telefonía móvil) Japón sigue siendo una nación líder en I+D, con una inversión que supera el 3% de su PIB.
Vale la pena echar un vistazo a su política de clústers, y comprobar cómo los clústers (concentraciones locales de empresas y agentes relacionados que compiten en un determinado sector de la economía) son todavía las unidades básicas de política de competitividad en los países líderes, donde deben converger las actuaciones públicas y privadas de generación de conocimiento, transferencia tecnológica e innovación industrial.
(Por cierto, vale la pena recordar que en Catalunya existe una gran tradición y experiencia en política de clústers. Catalunya y País Vasco iniciaron sus políticas de clústers en los 90, en el momento en que Michael Porter escribió su famoso libro «La Ventaja Competitiva de las Naciones«. Recientemente, Joan Martí, Gerente de Dinamización de Clústers de la Generalitat fue invitado a exponer sus actividades y sus modelos ante uno de los más importantes foros industriales en una nación líder en innovación: Corea del Sur. Sería importantísimo que las políticas de ciencia, tecnología e industria convergieran sobre los clústers locales, y fueran dotadas suficientemente para acelerar, de verdad, su competitividad internacional).
Ahora que la Inteligencia Artificial está tan de moda, conviene recordar un proyecto emblemático del MITI: The 5th Generation Computer Project. Fue una apuesta de Japón para convertirse en el líder mundial de las Tecnologías de la Información. Iniciado en 1982, este proyecto (a 10 años vista), tenía como objetivo desarrollar una arquitectura de ordenadores basada en "massive parallel processing" que sería la mejor plataforma mundial para desarrollar aplicaciones de Inteligencia Artificial.
El proyecto fracasó en conseguir sus objetivos, es fácil decirlo ahora. Pero el conocimiento generado por el proyecto ha sido ampliamente utilizado por la comunidad científica. Y es un buen ejemplo de que en innovación, incluso en proyectos a 10 años bien financiados, ni los japoneses tienen garantías de acertar.
Muy interesante Xavier, para observar y aprender de los errores cometidos por otros, ver que la ingerencia de políticos en la esfera económica entra en corto circuito con la lógica de la economia, en detrimento de la sociedad, que las decisiones políticas cuando están cargadas de ideología,rompen cualquier vínculo con la realidad, en Cataluña existe la idea de las collas, o cuadrillas, o grupo de aldeanos para resolver las necesidades y problemas de la sociedad, diluyendo el sentido de responsabilidad individual para transferirlo al clan, que se enfrenta a otro clan más fuerte y por lo tanto son presa fácil para la manipulación y el descontrol.
Si se eliminarán las leyes malas y se crearán leyes para protegernos de los políticos que se alinean con los empresaurios. Cataluña sería una de los mejores oasis de libertad en medio de tanto infierno fiscal.