¿Cómo se destruyen las bases de una industria? Las nuevas tecnologías disruptivas suelen nacer en laboratorios recónditos, invisibles a los grandes líderes empresariales. Esas tecnologías embrionarias son experimentadas científicamente, hasta que se comprenden los fenómenos físicos que las regulan. Una vez controlados sus fundamentos, las aplicaciones se reproducen y escalan. Hasta ese momento, los esfuerzos de I+D no han generado incrementos notables de prestaciones. Pero cuando la tecnología llega al punto justo de maduración, se produce un explosivo crecimiento de su utilidad, propulsado por el interés de inversores y mercados financieros. Sus prestaciones ascienden rápidamente, sobre la dinámica exponencial del cambio tecnológico, y se multiplican las oportunidades. Las empresas tradicionales no pueden reaccionar. Es un “ataque en torpedo”, desde posiciones teóricamente inferiores, usualmente despreciadas por los viejos líderes. Tesla, con una idea inaudita de batería eléctrica inspirada en la disposición en serie de pequeñas pilas de PC, lanza un ataque explosivo contra la línea de flotación del sector del automóvil, que hoy se ha desintegrado en un magma donde confluyen pedazos del viejo sector, con un alud de startups disruptivas en ciencias de la computación, y nuevos entrantes especializados en tecnologías energéticas. Los restos del naufragio, tras el torpedo Tesla, tratan de sobrevivir agarrándose al bote salvavidas de la transformación digital en medio de una tormenta inesperada: la escasez de semiconductores.
Esos ataques explican la dinámica de la innovación disruptiva: una combinación de tecnología y de modelo de negocio irrumpe inesperadamente en el mercado, substituyendo la base de conocimiento preexistente. La experiencia y los viejos procesos quedan obsoletos. Los líderes caen en su trampa de competencias, aferrándose al pasado. A las consecuencias de esos torpedos, Schumpeter las llamó “olas de destrucción creativa”. Las plataformas de publicidad impresa se vieron súbitamente torpedeadas por la emergencia de los modelos de negocio de márketing digital de Google y Facebook. La distribución tradicional, con sus miles de establecimientos, centros comerciales y grandes malls, hundida por el torpedo Amazon y el e-commerce. Miles de noches de habitación se perdieron en la industria hotelera por el torpedo Airbnb. La industria alimentaria va a ser torpedeada por la fabricación de carne artificial (sin animales, a partir de células madre), volatilizando la cadena de valor, desde las granjas hasta los impopulares mataderos. El iPhone perforó la vieja industria de telefonía móvil, de cuyas cenizas emergió una nueva realidad: el smartphone (llevándose por delante al viejo líder, Nokia). La banca comercial (desesperadamente inadaptada al mundo digital) será hundida por miles de pequeños torpedos fintech, o por las cabezas nucleares de Google y Amazon una vez éstos puedan operar con depósitos bancarios. La inteligencia artificial será una lluvia de misiles en todas las cadenas de valor empresariales, substituyendo procesos obsoletos y creando inimaginables nuevas oportunidades de negocio. La biología sintética va a producir boquetes importantes en la industria química y farmacéutica, a no ser que se anticipen mediante cargas de profundidad que capturen (compren) jóvenes startups e internalicen sus tecnologías antes de que éstas inicien su ofensiva.
Los sistemas de radar empresariales jamás funcionan ante bombas tecnológicas submarinas. Las empresas disponen de radares de superficie, que sólo aciertan a ver amenazas observando el horizonte conocido del viejo sector. Las verdaderas armas mortíferas se hallan escondidas bajo la superficie, en forma de investigadores y emprendedores que interactúan para idear modelos de negocio tecnológicos disruptivos. Afortunadamente, cada vez más, las compañías profundizan en sus interacciones con startups, e incluso toman posiciones en las mismas (en lo que se ha venido a llamar corporate venturing o capital riesgo corporativo, la última gran tendencia del management de la innovación). La inversión en startups de alta tecnología (deep tech) se ha cuadruplicado en poco tiempo, pasando de 15.000 millones en 2016 a 60.000 en 2020, según Boston Consulting Group. Detectar startups es una de las principales preocupaciones de los Chief Innovation Officers de todo el mundo y (quizá) una esperanzadora vía para solventar el clásico problema de la transferencia tecnológica. Por primera vez, las corporaciones se acercan a empresas surgidas de entornos científicos.
Una economía puede entenderse como un conjunto de tecnologías y modelos de negocio. Si esto es así, un torpedo tecnológico masivo, China, ha impactado inesperadamente en un viejo orden global seguro de sí mismo desde la caída del Muro de Berlín. China, que al inicio del camino al mercado que inició Deng Xiaoping, tenía el 95% de la población bajo el umbral de la pobreza (con menos de 2$ por día), y que, en 1998, cuando se fundó Google, solo disponía del 0,2% de la población con conexión a internet, hoy está generando un terremoto geopolítico pocas veces visto. Graham Allison, politólogo norteamericano, habla de la “trampa de Tucídides”, en alusión a las guerras del Peloponeso. Según el viejo historiador griego “fue la emergencia de Atenas, y el miedo que inspiró en Esparta, lo que hizo inevitable la guerra”. A diferencia de la URSS, China pone la tecnología al servicio de su economía y ésta al servicio del liderazgo tecnológico. China, extensión de la dinastía Han nacida en las fértiles praderas del Norte, entre en Río Amarillo y el Yangtzé, es impenetrable por el Oeste gracias a desiertos y cordilleras. Sólo percibe amenazas desde el mar. Y sólo puede expandirse por ahí. La II Guerra Fría tiene epicentro en la isla-portaaviones de Taiwan, núcleo productor del 60% de los semiconductores del mundo. China la ambiciona (la considera suya). EEUU despliega su flota del Pacífico y se alía con Reino Unido y Australia. Europa, olvidada e indefensa. Históricamente, en 12 de 16 casos, situaciones similares han acabado en guerra.
Bravo Xavier. Brillante resumen y state-of-the-art de la disrupción tecnológica y cómo actua.
La conclusión es que más que nunca priva la velocidad sobre la dimensión. Ánimo emprendedores en vuestra búsqueda de soluciones.
No habrá guerra militar convencional, no quedaría ni Jordi Hurtado … (loss-loss)
Muy estimulante. Supongo que los mega monstruos aprenderán. Pensemos en la cura de humildad a Volkswagen, siendo la que más invertía en I +D, una microhormiga que su dia era Tesla, y hay más casos. Todo está en cuestión. Otra cura de humildad es Europa y la economia digital.
También habrá muchas quiebras en los intentos de batir a los líderes de los que no se habla.
En cualquier caso el mundo empresarial y tecnológico esta en un periodo muy interesante. Se demuestra que la soberbia empobrece y el optimismo pragmático puede ser muy exitoso. Le entran ganas de participar a uno en esta fiesta.
Señor Ferras , que formación considera más completa, apropiada o adecuada, para aprovechar esta revolución tecnológica y empresarial. Yo diría dos o biotecnología o ingeniería industrial.
Más allá de un titulo, que otros conocimientos le parecen más útiles para estar preparado, contabilidad, algo de derecho?
Si pudiera dar una orientación se lo agradecería mucho. Solo si puede y le apetece
Un saludo afectuoso. Siempre se aprende con usted. Siga asi
Gracias, querido amigo. Yo creo que las áreas de aprendizaje de futuro están relacionadas con dos ámbitos: a) competencias (creatividad, pensamiento crítico, pensamiento humanista, trabajo en equipo, negociación, habilidades comunicativas), y b) conocimientos (cada vez más necesarios en campos STEM -Science, Technology, Engineering & Maths). Cualquier formación que refuerce estás dos variables será de gran utilidad en el futuro.
Un abrazo!
Muchas gracias Profesor