Un blog para los apasionados de la Innovación 6.0

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¿Quién teme a ChatGPT?

En ocasiones emergen tecnologías que reescriben el sistema operativo de la sociedad y la economía. Son puntos de inflexión, de irrupción inesperada de dispositivos o sistemas de gran capacidad transformadora. El automóvil de Henry Ford cambió la manera de vivir de las sociedades occidentales y configuró el capitalismo moderno. El PC de IBM democratizó la computación personal (reservada a los astronautas hasta ese momento) y la convirtió en algo doméstico. Internet aplanó el mundo, y posibilitó modelos de negocio inimaginables. El iPhone (el dispositivo de electrónica de consumo más icónico de la historia) hizo omnipresente la comunicación digital y nos convirtió en adictos a las aplicaciones móviles.

ChatGPT está al nivel de esos dispositivos transformadores. Por primera vez, un sistema digital genera razonamiento estructurado (emulado o no), integrando información disjunta en un discurso original y coherente. Puede escribir una carta de presentación, un poema, un ensayo histórico, un cuento infantil, un contrato mercantil o un programa informático. Algo que muchos expertos consideraban imposible hasta hace muy poco.

ChatGPT sólo es el comienzo de un tsunami de sistemas de inteligencia artificial (IA) generativa, que estarán muy pronto presentes en todos los aspectos de nuestras vidas. Según The Economist, se avecina una “explosión cámbrica” de startups en este campo. Dentro de poco, viviremos rodeados de aplicaciones de ese tipo. ChatGPT ha sentado las bases de una nueva generación de plataformas capaces de absorber información y reconfigurarla creativamente, con argumentos lógicos. El avance sobre Google es substancial: ya no buscaremos información de otros, dispersa en la nube, sino que un algoritmo nos seleccionará los datos relevantes y los estructurará en discursos coherentes. ChatGPT acaba de inaugurar un inmenso océano azul. Centenares de nuevos agentes se lanzarán a la carrera por la IA generativa. Florecerá un completo ecosistema tecnológico a su alrededor, con posibilidades de escalabilidad muy altas: tenemos flujos de información masivos, capacidad computacional creciente y algoritmos para sintetizar texto, voz, música o imágenes con capacidad casi humana.

El reloj está en marcha. Baste ver las prisas de Google en la presentación de su sistema competidor, Bard, que le provocó una caída de más de 100 mil millones en bolsa. Y cada día nos llegan noticias de nuevas iniciativas en el campo de la inteligencia generativa. Microsoft integrará ChatGPT en su buscador. Meta ya ha lanzado Llama. La IA generativa se declinará en miles de aplicaciones concretas y especializadas. Ahora, ChatGPT es un sistema cerrado. Pero se abrirá y verticalizará, entrenado con datos personalizados de un ámbito determinado (una empresa, un sector, un campo de conocimiento), y será el mejor experto en eso. Un buen amigo ya ha entrenado un modelo similar, inyectándole artículos científicos al ritmo de 30 por hora, durante meses, para asesorarle en potenciales inversiones biotech. ¿Quién teme a ChatGPT? El cambio tecnológico es imparable. Cualquier intento de prohibirlo (como han hecho algunas escuelas) es absurdo. La IA generativa nos retará, nos complementará y nos hará mejores. Mi hipótesis es que ChatGPT será un formidable instrumento de creatividad e innovación abierta.

Cuando AlphaGo (algoritmo de Google) derrotó a Lee Sedol, campeón del mundo de go (juego oriental de estrategia), lo hizo de forma sorprendente. El campeón fue derrotado por una estrategia no convencional desarrollada por inteligencia no humana. La IA desplegó movimientos inusuales, considerados erróneos inicialmente, que después fueron categorizados de “sublimes”. La IA estaba aflorando nuevas técnicas inéditas, invisibles al conocimiento humano aún tras 4.000 años de historia. Era innovación abierta. Para entenderlo, supongamos que jugamos a tenis en un club de nuestra ciudad, donde hay un centenar de socios. Jugamos partidos extremadamente vibrantes, al límite, pero siempre con un conjunto finito de personas y de técnicas. Y, un día, viene un jugador nuevo, de otro país, que juega por la izquierda y nos gana. ¿Qué ha ocurrido? Que ha introducido una nueva técnica para la que no estábamos preparados. Eso hizo AlphaGo con Lee Sedol. Abrió la red de conocimiento y ganó. Una red cerrada sólo mejora. Una red que se abre, aprende. La victoria de AlphaGo fue un ejercicio magistral de innovación abierta.

¿Una IA puede ser creativa? La creatividad responde a un principio matemático: es el resultado de multiplicar datos por conexiones. Nadie es creativo sin conocimiento previo. Imaginemos que, en cinco minutos, nos piden generar idear rompedoras para la economía de Zimbabue. Imposible. Si nos salen ideas serán absurdas o triviales, porque no sabemos absolutamente nada de ese país. La creatividad es la base de la innovación, pero la información y la experiencia son la base de la creatividad. Es el famoso “connecting the dots” de Steve Jobs. Sin “dots” (puntos) no hay nada que conectar. En el proceso cognitivo de la innovación, necesitamos un substrato de abundante conocimiento previo. Por eso, un algoritmo entrenado con millones de datos, rastreando nuevas conexiones a la velocidad de la luz, puede generar ideas no convencionales.  

ChatGPT crea argumentos a partir de correlaciones matemáticas de palabras. Quizá el cerebro también funciona así: enlazando probabilísticamente pedazos de información. Por ejemplo, si pensamos en “infancia” quizá nos surja la imagen de “casa”, “azul”, “abuelos”. Y, de ese modo, emergen los recuerdos y la razón, como una melodía matemática de conceptos enlazados. La IA nos forzará a disolver las viejas fronteras entre “ciencias” y “humanidades”. Por la necesidad de visión humanista en el uso de la tecnología, pero también porque la IA nos muestra que el cerebro se sustenta en principios matemáticos. Realmente, poco hay más inequívocamente humano que comprender (y acariciar) la profunda y serena belleza de las matemáticas. Por cierto, Elon Musk quiere crear un sistema “menos woke” que ChatGPT. Desconozco quien teme a ChatGPT. Pero cuidado con quien lo controla.

3 responses to “¿Quién teme a ChatGPT?

  1. Excel·lent article. Com sempre.
    Xavier estic treballant en l’àmbit R&D en una multinacional Thermo King (innovant en la electrificació de les màquines de fred pel sector transport) i en paralel de professor associat a la URV impartint una assignatura sobre Management Technology Innovation.
    La reflexió que fas entre coneixement, experiència, creativitat i innovació es d’aquelles que et fan reflexionar. Es molt cert.
    Bon dissabte i desconec si estàs en contacte amb algú de la URV però m’agradaria poder-nos conèixer.
    Jordi

  2. Buenos días D. Xavier Ferrás, por lo que he podido rastrear ChatGPT es una fundación, estos es cierto?
    Muchas gracias por sus artículos e información que son para mí una fuente de sabiduría actual.

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