Hoy he asistido a una sesión de presentación de proyectos empresariales a inversores privados en IQS (Instituto Químico de Sarriá). Ha sido una experiencia muy interesante. Jóvenes recién salidos de «Grado» (con una edad de poco más de veinte años) se enfrentaban a auténticos «tiburones» financieros.
La ilusión de esos jóvenes era conseguir recursos para iniciar sus proyectos. Los inversores buscaban oportunidades de negocio. Y han sido sometidos a preguntas durísimas, pero acertadas y necesarias en el mundo real: «¿Esto no es un simple ejercicio académico?» «¿De dónde sacas los datos de proyecciones de ventas?» «¿Dejarías todo lo que estás haciendo y te dedicarías full-time a este proyecto, a cambio del 10% de las acciones?»
Algunas de las ideas eran sólo eso, ideas (muy bien desarrolladas), pero no eran oportunidades reales. Otras (especialmente aquéllas que partían de un producto o una tecnología propia) eran realmente interesantes como origen de futuras empresas de éxito (en otro post hablaré de la diferencia entre idea y oportunidad). Ha sido una sesión ejemplar. Una iniciativa encomiable del IQS, y una experiencia vital de primera magnitud para esos jóvenes que, sin duda, serán grandes emprendedores en el futuro immediato.